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¿Ad hominem, falacia o sofisma? Ambos términos se refieren a lo mismo: falacia y sofisma son sinónimos de un argumento que parece válido pero es erróneo. Por lo tanto, decir "falacia ad hominem" o "sofisma ad hominem" es correcto, aunque "falacia ad hominem" es más común en los debates de lógica. La clave es que "ad hominem" describe el tipo de argumento falaz, que consiste en atacar a la persona en lugar de sus argumentos.
- Falacia: Un término general para un argumento lógicamente defectuoso. Es más común en el lenguaje cotidiano.
- Sofisma : Un argumento lógicamente inválido que se presenta como válido, a menudo de manera intencionada para engañar. Es un término más técnico y se asocia históricamente a los sofistas.
- Falacia ad hominem: Un tipo específico de falacia donde se ataca a la persona que hace el argumento en lugar de refutar el argumento mismo. Un ataque personal es falaz cuando desvía la atención del tema principal.
- Sofisma ad hominem: Usar el término "sofisma" para describir la falacia ad hominem es igualmente correcto, ya que subraya la intención engañosa del atacante.
La locución latina argumentum ad hominem significa «argumento contra el hombre». Ad corresponde a «contra», pero también puede significar «a» o «hacia»
En lógica, se denominan como argumento ad hominem (del latín ‘contra el hombre’) o falacia ad hominem varios tipos de argumentos, muchos de los cuales considerados falacias informales, que consisten en refutar una afirmación en función del carácter o de algún atributo del emisor de la afirmación, en lugar de analizar el contenido sustancial del argumento en sí mismo. Generalmente sigue la siguiente estructura: «A afirma x; B afirma que A tiene algo cuestionable; luego, por extensión, B afirma que x es cuestionable». La conclusión también suele indicar que lo que afirma A no merece ser tenido en cuenta.
Es una de las falacias lógicas más conocidas. Tanto la falacia en sí misma como la acusación de haberse servido de ella (argumento ad logicam) se utilizan como recursos en discursos reales. Como técnica retórica es efectiva, y tiene como objetivo persuadir de una idea a personas que se mueven más por sentimientos que por la lógica; se atacan, así, no los argumentos propiamente dichos, sino a la persona que los produce y algunas de sus circunstancias, como origen, etnia, educación, riqueza (o pobreza), estatus social, moral, familia, etcétera.
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Se denomina falacia ad hominem (o simplemente ad hominem) a todo argumento que, en vez de atacar la posición y las afirmaciones del interlocutor, ataca al interlocutor mismo.
La estrategia consiste en descalificar la posición del interlocutor, al descalificar a su defensor.
Las falacias ad hominem son falacias que se centran en críticas personales irrelevantes en lugar de en el argumento en cuestión, lo que obstaculiza los debates productivos. Estas falacias desvían la conversación del asunto original hacia ataques personales innecesarios.
Al basarse en la distracción, las falacias ad hominem son falacias de relevancia.
Incluso si las críticas dirigidas contra una persona son totalmente veraces, dirigir los ataques a un individuo (en vez de centrarse en el tema de la discusión) puede socavar su credibilidad y dar la impresión de que su posición es débil y no puede sostenerse por sus propios méritos.
La falacia ad hominem se utiliza a menudo como táctica de distracción para desviar la atención hacia un punto irrelevante, como el carácter o los motivos de una persona, y evitar abordar el verdadero problema. Es común tanto en contextos formales como informales, desde debates políticos hasta discusiones en línea.
Esto toma muchas formas. Por ejemplo, el ataque puede basarse en la personalidad, la nacionalidad o la religión de la persona. O puede que se haga notar lo que la persona podría ganar en caso de un final favorable. O, por último, por asociación, o según a quienes frecuenta.
Por ejemplo, si alguien argumenta: «Usted dice que robar está mal, pero usted también lo hace», está cometiendo una falacia ad hominem (en particular, una falacia tu quoque), pues pretende refutar la proposición «robar está mal» mediante un ataque al proponente. Si un ladrón dice que robar está mal, quizás sea muy hipócrita de su parte, pero eso no afecta en nada a la verdad o la falsedad de la proposición en sí.
En el ámbito de la política es muy recurrente. Ejemplo: Cuando un político le dice a otro «No tienes la autoridad moral para decir X»
La falacia ad hominem básicamente, refleja el error de criticar injustamente a una persona para distraer la atención del argumento en cuestión.
Además de ser el nombre de una falacia lógica, el término ad hominem, que en latín significa “contra la persona”, también puede utilizarse para describir un insulto general.
La crítica personal no siempre constituye una falacia lógica. Una falacia ad hominem es embaucadora o falaz si la crítica dirigida contra un individuo es irrelevante y solo sirve para distraer del tema principal.
Falacia ad hominem: ejemplo
Interlocutor 1: Estoy en contra de la guerra porque tendrá consecuencias humanitarias desastrosas.Interlocutor 2: Si tanto te preocupa la humanidad, ¿por qué nunca has mencionado la crisis de los refugiados palestinos?
Como falacia informal, una falacia ad hominem hace que un argumento sea poco sólido.
Los ataques ad hominem suelen utilizarse deliberadamente para manipular, desviar y provocar.
También pueden utilizarse sin intención manipuladora, como resultado de un arrebato emocional o un razonamiento defectuoso.
Se descalifica la persona, se ridiculiza. Por ejemplo, “usted no puede promulgar esa Ley porque usted es parte del grupo de políticos que mienten”. Se ataca la persona en lugar de atacar su argumento.
Queda claro que el argumento Ad-Hominem, es contra el hombre y no contra el argumento, y busca mostrar falta de congruencia, falta de inteligencia o de sentido común. Por ejemplo, desestimar los argumentos de alguien porque ese alguien es calificado de corrupto, o enfrentar el argumento de otro con “eso que tú dices, lo dices porque estás loco”.
Una falacia es un argumento incorrecto, pero persuasivo, parece estar correctamente construido. En el argumento ad-hominem no se refuta el argumento ni la tesis, se defiende un interés personal. Por ejemplo, “eres un ignorante porque tú crees en Dios”. Es una estrategia de distracción en que se ataca a la persona y no los argumentos. Expresiones como “tonto, tarado, idiota, imbécil, desguarambilado” descalifican y dejan en evidencia la agresividad. Cada vez más los ataques en las redes sociales, a través de estas falacias, son argumentos falsos que se pasan como ciertos atacando a otros y tienen un impacto muy significativo en la mirad social, política, religiosa, económica de parte de quienes adhieren a este tipo de comunicación.
El Ad-Hominem abusivo es un insulto, es una forma de desacreditar la persona que hace la información y presenta las tesis y argumentos. Todas las falacias son razonamientos que vulneran alguna regla lógica. Cuando en vez de presentar razones adecuadas en contra de la posición que defiende una persona, se le ataca y desacredita.
Lo que preocupa es que los ataques basados en ad hominem llegan a ser tan efectivos como los ataques basados en evidencias, por ello es tan usado en medios políticos, contextos judiciales y campañas publicitarias. El engaño ad hominem o agresión personal es una mala jugada, es una maniobra sucia que no contribuye en nada para refutar una conclusión o posición. Este engaño se usa para difamar a la persona que presenta una posición, es una creencia antipática de esa persona.
Se ataca la identidad, la raza, o la religión: eres tonto y por ello no eres capaz de aportar un criterio confiable. Me pides que deje el cigarrillo, pero hasta hace poco te fumabas 3 cajas diarias; el médico obeso que me formula bajar de peso y yo pienso que este gordinflón, debería ser el primero en reducir su peso.
En este mundo mediático, mundo de la omnicanalidad se usa el ad hominem como una manera de desviar la atención del público. Es una forma de manipulación de imágenes y opiniones que tiene consecuencias de toda índole.
Ejemplos:
- Dices que Dios no existe, pero solo lo dices para estar a la moda (ad hominem abusivo).
- Debemos descartar lo que dice el Premier Klein sobre los nuevos impuestos porque a él no lo afectará el alza (ad hominem circunstancial).
- No podemos aceptar los argumentos de Share B.C. porque están financiados por la industria maderera (ad hominem circunstancial).
- Dices que yo no debería beber, pero tú no has estado sobrio ni un solo día en más de un año (ad hominem tu quoque).
Para rebatirla:
Ante un ataque ad hominem, hay que tomar una decisión difícil. Ignorar la falacia ad hominem puede parecer una concesión de culpa y dañar la propia credibilidad. Sin embargo, responder a la crítica puede hacer que la conversación se desvíe de la temática central del debate.
Identifique el ataque y demuestre que ni la personalidad ni las circunstancias de la persona tienen nada que ver con la verdad o falsedad de la proposición que se defiende.
Bibliografía